Os dejamos unas preguntas y respuestas muy breves y sencillas sobre varias cuestiones de la Virgen María. Esperamos que os gusten y os ayuden en contemplar a Cristo también por los ojos de María.

1. ¿QUIÉN ES LA VIRGEN MARÍA?

2. ¿POR QUÉ MARÍA ES CENTRO DE ATAQUE HOY EN DÍA?

3. ¿POR QUÉ LA IGLESIA ES LA GRAN DEFENSORA DE MARÍA?

4. ¿POR QUÉ LA IGLESIA LLAMA A MARÍA MADRE DE DIOS?

5. ¿TUVO MARIA MÁS HIJOS?

6. ¿QUÉ RELACION TUVO JOSÉ CON MARÍA?

7. ¿POR QUÉ LA IGLESIA DICE QUE MARÍA NO TUVO PECADO? 
8. ¿POR QUÉ LA IGLESIA DICE QUE MARÍA FUE LLEVADA AL CIELO EN CUERPO Y ALMA?
9. ¿POR QUÉ LA IGLESIA LLAMA A MARÍA “REINA”?

10. ¿POR QUÉ LOS CATÓLICOS LE ORAMOS A MARIA?

11. ¿LOS CATÓLICOS ADORAMOS A MARÍA?

12. ¿POR QUE REZAN EL ROSARIO SI NO ESTÁ EN LA BIBLIA?

13. ALGUNAS PERSONAS DICEN QUE LAS APARICIONES DE MARÍA SON COSAS DEL DEMONIO.

María, que en hebreo quiere decir "Señora" o según otros, "Mar profundo de Tristeza", es la mujer con la cual se abre la promesa en la antigua alianza (Gen 3,15) y con la cual cierra Simeón la antigua profecía (Lc 2, 25-35). Es la Mujer que ha tenido un mayor contacto con la Santísima Trinidad en la historia. El Padre la selecciona entre todas las mujeres, el Espíritu Santo engendró un hijo en sus entrañas y la segunda persona de la Trinidad tomó carne y sangre en su vientre. Si por Eva entró el pecado en el mundo, por la Virgen María entró la Salvación.

Desde el Génesis fue profetizada la "Enemistad entre la Mujer y el demonio" (Gen 12, 13-18). También está escrito que el demonio hará la guerra a los hijos de la Mujer. Ésta es la razón por la cual María es centro de división entre los cristianos y no de unión. Además a muchos les cuesta ver en la sencillez, el silencio, la discreción, la obediencia o la humildad de María el despliegue del gran poder de Dios. Pero hay que recordar que María siempre apunta a la grandeza de Dios, nunca a sí misma, por eso canta en el Magnificat (Lc 1,46-55) “Dios ha hecho obras grande por mí”.

Porque María es nuestra Madre ya que la recibimos de Jesús en la Cruz (Jn 19, 25-28). Juan representa a toda la Iglesia, además, la gran promesa en Génesis (Gn 3, 15) dice que quienes podrían vencer a la descendencia de la serpiente, serían los hijos o descendencia de la Mujer. Nosotros somos la descendencia de la Mujer, esta Mujer es la Virgen María. Si el pueblo de Israel, son los hijos en la Fe de Abraham, nosotros somos los hijos en la Fe de María, la primera que acepto a Cristo como Señor y Salvador, la primera que recibió la unción del Espíritu Santo (Lc 1).

En el evangelio de San Lucas (Lc 1, 39-45), Isabel, llena del Espíritu Santo dijo, "Que favor que la Madre de mi Señor venga a mí". La palabra griega para definir “Señor” que utiliza Isabel fue "Kurios" que es la misma que se utiliza en la versión griega del Antiguo Testamento para traducir "Adonai". Cuando una persona habla bajo la unción del Espíritu Santo es Él quien habla, luego fue el mismo Espíritu Santo quien llama a María, Madre de Dios. Hay que decir también que la atribución a María de ser “Madre de Dios” la encontramos ya en las oraciones del siglo III en la oración “Sub tuum praesidium” que aún perdura: “Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, ¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!”

En el evangelio de San Marcos, se mencionan cuatro hermanos de Jesús, Santiago, José, Judas y Simón los cuales nunca son llamados hijos de María. La palabra hebrea "Aha" se utiliza como hermano, tío, primo, pariente. Por ejemplo en Génesis (Gn 13, 8) se menciona a Lot como "hermano, Aha" de Abraham, sin embargo son tío y sobrino (Gen 12, 5). En el mismo evangelio de Marcos (Mc 15, 40) se nombran a José y Santiago como "hijos" de María; y en Juan 19, 25 se aclara que esta María era hermana (Aha) de la Madre de Jesús. En Hechos (Hc 1, 13) se mencionan a Simón y Judas como seguidores del Maestro. Pero María sólo tuvo un hijo y por obra y gracia del Espíritu Santo: Jesús.

La relación de José con la Virgen María fue la de proveer legalidad y sostén al Redentor. En Mateo (Mt 2, 3) el Ángel le dice a José, "Toma al Niño y a su Madre". La forma hebrea para referirse a la mujer de José, es la Madre de Jesús. Además San Mateo (Mt 1, 18) dice claramente que "no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito". Ese "hasta", indica anterioridad, además que no condiciona lo que ocurrió después. En el segundo libro de Samuel (II Sam 6, 23), por ejemplo, se dice que "Mical hija de Saúl, no tuvo más hijos hasta, que murió". ¿Tuvo hijos después de muerta? Pues María tampoco tuvo relaciones carnales con José ni antes ni después del nacimiento de Jesús, por eso es siempre virgen, es decir, antes, durante y después del parto.

Jesús estuvo bajo la Ley. En la ley, el pecado lo transfería la madre (Salmo 51, 7). Jesús NO puede tener pecado por lo tanto, por el poder de Dios, María fue preservada del pecado. En tanto a su maternidad, la palabra griega que se traduce llena de gracia es Kecharito, la cual quiere decir “que fue, que es y que será” llena de gracia. La gracia es la ausencia del pecado. María proclama en el Magnificat "se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador", faltan 33 años para el calvario y la Salvación y ya María se proclama en presente Salvada. Es además evidente, claro y sencillo que, por el infinito poder de Dios, la madre humana de Cristo, el santo de Dios y sin pecado, fuera también intachable y sin pecado. ¿Cómo pondría Dios todopoderoso y eterno a su Hijo en el vientre de una pecadora? Hay que recordar que la carne de Cristo fue generada por la carne de María, que los dos corazones latieron desde el principio juntos y que, como ha demostrad ya la ciencia, quedan para siempre restos del hijo en la madre tras la gestación. ¿Se quedaría Dios en una madre impura?

Esto no está en la Biblia. La Asunción de María no está bíblicamente expresada, pero está en la tradición de la Iglesia. Muchas personas se preguntan, ¿por qué no está en la Biblia? Podríamos, responderles, tampoco Martín Lutero está y sabemos que existió. Estos fueron hechos que sucedieron después de terminados los libros que componen los Evangelios, sin embargo aunque no está en la Biblia, ésta no la contradice, pues antes de María, Henoc (Gen 5, 24) y Elías (II Re 2, 11) fueron llevados en cuerpo y alma al cielo. Hay que recordar que el Espíritu Santo es una persona divina viva y que no habló sólo en la Biblia, sino que toda la historia.

Está escrito en la Palabra de Dios que “el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” (Mt 23,12), pero en María que se ha humillado como esclava (Lc 1, 38) esta polaridad ha tomado una radicalidad proporcionada a la pureza de su humillación, por eso ahora es Reina sobre todo lo creado, incluso sobre los ángeles. Su humillación fue perfecta y por eso su exaltación también lo ha sido. Además en I Reyes 2, 19 se nos dice que en el Reino de David la madre del Rey se sienta a la derecha del Rey. Jesús es Rey (Jn 18, 37), es heredero del reino de David (Lc 1, 32) por lo tanto el lugar de María es un trono a la derecha de su Hijo que es Rey. Es muy importante esta coronación de María, porque sirve para presentar a toda la humanidad y el reino de Dios ante el Padre, así como para poder guiar a todas las almas y transformarlas desde su interior para que alcancen su fecundidad óptima para el Reino de Dios. De allí se puede entender que, tal como decimos en oraciones cristianas muy antiguas como el “advocata nostra” de la Salve (del S. XI) o el “no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades” del “Sub tuum praesidium”  (del siglo III), la Virgen María sea con razón “intercesora, abogada y mediadora” de todas las gracias.

En el segundo capítulo de San Juan (Jn 2, 1-12) María demostró hasta la saciedad su poder de intercesión y su confianza en la escucha de Jesús. D hecho primero dice María “Haced lo que él os diga” y apenas después Jesús ordena que llenen las tinajas. Así que si bien es cierto que el único salvador e intercesor ante el Padre es Cristo, no razón para rechazar que María interceda por nosotros ante su Hijo Jesús. Al igual que nosotros oramos por un enfermo ante Jesús, de la misma manera María ora por nosotros sin cesar y con un amor más perfecto que ninguno humano.

Algunos niegan la intercesión de María porque la dan por muerta, pero como bien dice el evangelista San Lucas (Lc 20, 38) “Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, porque para Él todos viven". Además también el Apocalipsis (Ap 6, 9-10; Ap 8, 3) nos muestra a las almas clamando a Dios aun después de abandonar este mundo. Morir, hasta la fecha, no es dejar de existir, sino pasar de una realidad física y sensorial a una realidad espiritual (bien para la condena, bien para la espera purgativa, bien para la gloria del cielo), por lo que María no es siquiera la única intercesora del cielo, simplemente ella, como madre de Jesús y como amante perfecta empapada de Espíritu Santo, intercede con más poder ante Dios. 

No, la Iglesia no se cansa de proclamar que nosotros honramos y veneramos a María como lo hacía Jesús y la proclamamos “dichosa”, “bendita entre las mujeres”  (Lc 1, 42) cumpliendo la profecía bíblica (Lc 1, 48), pero la adoración es única y propia de Dios y María es criatura. Lo mismo ocurre con las imágenes religiosas. No son adoradas, ni idolatradas, sino veneradas por el significado al que apuntan y por el valor que tienen, en caso de reliquias, al haber sido objeto de una gracia de Dios especialmente visible.

No hay oración más Bíblica que el rosario. Todos los misterios están en la Biblia. El Padre Nuestro, también está en la Biblia, así como la primera parte del Ave María: “Dios te salve María, llenas eres de Gracia, el Señor es contigo” (Lc 1, 28), “bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús” (Lc 1, 42), “Santa María” (porque es “llena de gracia”), Madre de Dios” (Lc 1, 43).

El Rosario es una oración más Bíblica que muchas que se hacen en algunas iglesias. En cuanto a la repetición, dice San Marcos (Mc 14, 39) que Jesús repetía muchas veces la misma oración. Del mismo modo, el rosario es una meditación en una oración donde contemplamos la obra de Cristo a través del corazón de María. Porque todo lo que llega a María, es enteramente devuelto mejorado y purificado a Jesús. Nada se queda María para su propia gloria.

Falso. El demonio no puede llevar a la conversión porque sería tirar piedras contra su propio tejado. No significa que no pueda puntualmente asumir formas y perturbar, pero no puede producir la conversión del corazón, hacer milagros que cambien la vida de una persona hasta el punto de consagrarse a Dios en cuerpo y alma. Si en la primera venida de Cristo María ha quedado en el silencio para no oscurecer la misión de su Hijo, en la segunda venida de Jesús, prometida por él mismo (Lc 21, 27; Mt 25, 31), ella preparará su camino para que la manifestación sea gloriosa (Ap 12). Por esta razón los cristianos debemos de pedir, y así lo hacemos en cada Eucaristía (1 Co 11, 26), que se apresure el retorno de Cristo (2 P 3, 11-12). La Virgen María tiene un papel fundamental en marcar este camino y nos acompaña en nuestra súplica: "Ven, Señor Jesús" (Ap 22, 20; 1 Co 16, 22; Ap 22, 17-20).

En las apariciones, María, no trae al mundo ni mensajes propios, ni novedades, sino que invita de forma renovada, adaptada a los diferentes tiempos y culturas el mismo mensaje Evangélico de conversión, arrepentimiento y retorno a las Escrituras. Hay que recordar que en la Escritura atribuir al demonio las obras de Dios es pecado contra el Espíritu Santo y éste no es perdonado (Mateo 12, 22-32).

Hermanos, usando las palabras de Timoteo (Tm 2, 23-24) que la Biblia es para edificación no para discusión. Amemos a María y Ella nos llevará a Jesús por el camino más recto, pues ella lo conoce muy bien, lo llevó en su vientre por nueve meses, lo alimentó, cuidó y educó por 30 años y lo acompañó hasta en el calvario e incluso después de su ascensión manteniendo unidos a los discípulos. Nadie lo conoce mejor que Ella. Nadie le da Gloria a Dios quitándole Honra a María, pues la Honra de María es la gloria de Dios, porque María es su obra maestra de amor.